jueves, 22 de marzo de 2012

TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN

Para hablar de Tenemos que hablar de Kevin debemos distinguir entre qué cuenta y cómo lo cuenta. Lo primero es absolutamente brutal, porque toma como punto de partida un hecho absolutamente demencial e incomprensible (siempre, pero aún más si cabe en ciertos casos), que no desvelaré, a partir del cual Kevin se pregunta, nos pregunta, qué responsabilidad, qué influencia tenemos sobre los actos de los demás y, más concretamente, tienen los padres sobre los hijos. El problema viene por la forma, el cómo nos lo cuenta la directora. Una película no es mejor, ni más independiente, ni más alternativa, porque esté toda desenfocada y troceada hasta la estupidez. Estoy absolutamente convencido de que a Tenemos que hablar de Kevin le hubiera sentado estupendamente una narración más convencional. La que está increíble a pesar de todo es su protagonista, Tilda Swinton, una vez más. Hay que felicitar también al director de casting: si me cruzo con Kevin (a cualquier edad), me cruzo de acera.

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