viernes, 25 de marzo de 2011

MIS ESCENAS FAVORITAS (III)


The wrestler, de Darren Aronofsky. 2008

Randy “The Ram” (Mickey Rourke) ha tenido un infarto. Cuando se recupera y sale del hospital, y aunque los médicos le han dicho que no puede volver a pelear, ni siquiera hacer ejercicio como lo hacía antes, después de ir a ver a Cassidy (Marisa Tomei) e intentar reconciliarse con su hija (Evan Rachel Wood), Randy se dirige a una firma de autógrafos junto a otros luchadores. Allí, se encuentra con un tipo que le pregunta por sus problemas de salud, al que miente, sólo fue un golpe de calor, dice, y me desmayé. El tipo le da uno de los folletos que anuncian una nueva pelea contra el Ayatolá, un luchador contra el que peleó veinte años atrás en la cima de su carrera. Se dirigen al sitio que le tienen preparado, allí saluda a uno de los luchadores, y prepara sus cosas: camisetas, vídeos VHS con lo mejor de sus combates, la cámara de fotos... Vuelve a mirar el folleto.

Llegan los fans, a los que saluda, con los que se fotografía, les firma autógrafos.

Sentado desde su mesa, mira a su alrededor: el luchador al que saludó al llegar dormita con la cabeza sobre los brazos. Apoyado en otra mesa, un bastón. Un tipo enfrente de Randy bosteza mientras otro cose una máscara; a su izquierda, uno de los luchadores en silla de ruedas, otro con una bolsa pegada a la pierna que recoge su orina. Todos tienen, como Randy, desplegados encima de sus mesas, todos esos artículos que venden a los fans. Randy los mira, cierra los ojos, suspira y baja la cabeza.

En ese movimiento de cámara y esa mirada está todo el fracaso del mundo. Lo que ve delante de él es en lo que él mismo se está conviertiendo. Su futuro, ya su presente. Ni sombra de lo que era. Ahora ya no tiene nada. Ahora está solo, todo lo solo que se puede estar en este mundo.

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